Actitudes Complicadas

martes, abril 08, 2008

El Gen Egoísta de los Dictadores



Los dictadores más infames y egoístas de la Historia de la humanidad es probable que, junto con su afán por acumular poder y riqueza, compartieran unas características concretas en un determinado gen.

Hitler, Mussolini, Mobutu, Pinochet o, más de actualidad, Robert Mugabe podrían tener su gen AVRP1 más corto que otros seres humanos, lo que afectó, y aún afecta en el último caso, a su capacidad de ser generosos con los demás.

En concreto, como ya se descubrió en 2005, el AVPR1 es el gen que posibilita que una hormona llamada vasopresina actúe sobre las células cerebrales. Esta hormona está asociada a la creación de vínculos sociales y afectivos, lo que supone una mayor tendencia al altruismo a medida que se tiene una mayor cantidad de vasopresina.

Los descubridores de la función de este gen en el comportamiento de los tiranos son investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que diseñaron un experimento económico al que bautizaron como El juego del dictador, para comprobar qué personalidades son más tendentes al egoísmo más extremo. Sus resultados los han publicado en la revista 'Genes, Brain and Behaviour de este mes'.

El ejercicio consistió en dar una cantidad de dinero a un grupo de sujetos y comprobar si se repetían unas particularidades genéticas en quienes estaban menos dispuestos a compartir. En concreto, se buscaron 203 estudiantes de ambos sexos que tenían (al igual que sus padres) genotipos del gen AVPR1 con diferentes versiones.

Se les dividió en dos grupos: dictadores y receptores. A los primeros se les facilitaron 50 shekels (unos 14 dólares) y se les indicó que, cada uno, podía quedarse ese dinero o distribuirlo con los jugadores receptores.

Por cada shekel que se quedaran, recibirían otro y por cada uno que dieran, el receptor también tendría otro más. En definitiva, un juego en el que el viejo refrán de "es mejor dar que recibir" perdía su sentido si se trataba de aumentar la riqueza, mientras que la fortuna del receptor dependía totalmente de lo que el dictador tenga a bien otorgarle.
Al final, cerca del 18% de los dictadores optó por quedarse con todo el capital, casi la mitad dieron más o menos el 50% y hubo un 6% que lo distribuyó todo. El sexo, en estas decisiones, no supuso un rasgo diferencial.

Richard Ebstein, que ha dirigido la investigación, pensó que el comportamiento de los más egoístas quizás tuviera que ver con que en los centros de recompensa de sus cerebros se genera poco placer ante las acciones altruistas, algo en lo que ya se sabía que la vasopresina tenía algo que decir.

Por ello, decidieron mirar qué pasaba con el gen AVPR1 en el grupo de los dictadores y observaron que había una correlación entre quienes tenían la longitud del gen en su versión más corta y quienes manifestaron un actitud más egoísta.

Ello no quiere decir, precisan los científicos, que la longitud esté directamente relacionada con la ambición y la avaricia, pero si sugieren que los cerebros con el gen corto pueden ayudar a distribuir la hormona vasopresina de tal forma que genera menos placer ante una buena acción, como es repartir la riqueza con quien no la tiene.

Y baste de ejemplo la fortuna que amasó Sadam Hussein con el petróleo, la que consiguió Mobutu Sese Seko en Zaire con los minerales o la que llena las arcas privadas del presidente guineano Teodoro Obiang, también gracias al oro negro y en lugares donde la población vive en la miseria.
"Es bastante seguro que los dictadores codiciosos tienen un componente genético", dice Ebstein.
Pero hay quien duda de los resultados de este experimento. El profesor Nicholas Bardsley, de la Universidad de Southampton (Reino Unido), señala en Nature News que los jugadores más altruistas, ese 6% que lo da todo en el Juego del dictador, quizá tuvieron más habilidad social para descubrir lo que se esperaba de ellos (ser generosos), habilidad de la que carecía el 18% que parece más despiadado.

También recuerda que hay dictadores que dan dinero alegremente a su entorno, mientras que, por otro lado, podrían estar robándolo a los jugadores de otro ejercicio en el que, en vez de distribuir, el objetivo fuera conseguir una fortuna.

Por parte, el psicólogo español Iñaqui Piñuel, autor de un libro sobre la perversión del poder ('Mi jefe es un psicópata', de Alienta Editorial), considera que no todo se debe reducir a los genes.

"Puede que en la personalidad de los dictadores haya una base genética, pero tiene que estar influida por las experiencias tempranas en la infancia para que tenga lugar esa transformación en un psicópata", señala a EL MUNDO. En su opinión, esa es la razón por la que personas que son normales, sufren un cambio radical cuando alcanzan el poder, hasta volverse locos en algunos casos.

Piñuel recuerda que no todos los líderes llegan a ser como Hitler. "La genética tiene su papel, pero también el entorno", argumenta.

lunes, enero 14, 2008

El Lugar Más Frío de la Tierra


Los habitantes de Oymyakon, en la república rusa de Yakutia, nacen, crecen, se reproducen, sueñan y mueren prácticamente congelados. Su localidad batió récord en 1926: –71,2 grados. Una breve visita.
Cuando los pescadores de Oymyakon, en Rusia, extraen un pez de las aguas cubiertas de hielo, bastan 30 segundos para que esté congelado: tieso como una tabla. Aquí la leche no sabe de estado líquido: sólo se vende en bloques helados de color mármol. A partir de 52 grados bajo cero dan día libre en la escuela, y el gran acontecimiento del año es el Festival del Polo de Frío. Entonces, Dschis Chan, el señor del invierno yakuto, encarnado por el profesor de gimnasia de la localidad, invita a sus colegas Padrecito Invierno de Moscú y Santa Claus de Finlandia a comer filetes de reno y a ponerse ciegos de vodka. La última vez, Santa Claus casi echa a perder la fiesta porque se bebió nada menos que 10 botellas en 48 horas para combatir el frío. Oymyakon es el polo helado de la Tierra; en 1926 alcanzó la temperatura más baja registrada jamás en territorio habitado: 71,2 grados bajo el punto de congelación. La localidad está situada en el noreste de Rusia, en una meseta a 750 metros sobre el nivel del mar: allí donde el invierno dura como mínimo nueve meses.
Pues bien, para alcanzar este lugar irreal aguantamos (es noviembre) a 34 grados bajo cero en el aeropuerto de Jakutsk, esperando a que por fin se abra la puerta del avión, que se ha congelado por completo. A bordo del aparato de hélice, con cortinas azul claro en las ventanillas, los pasajeros llevan botas de piel de reno. La azafata reparte periódicos. Y en ellos se lee que, en algún lugar de las montañas, un criador de renos resultó gravemente herido al caer del caballo y tuvo que esperar semanas a que acudieran en su ayuda, así que en el ínterin se amputó él mismo los dedos de los pies helados con un cuchillo de monte y logró sobrevivir. La foto muestra a un nativo típico, menudo y vigoroso, de cara pálida, mejillas redondas, nariz chata y ojos que asoman por unas ranuras diminutas.

miércoles, noviembre 28, 2007

En la Guarida de la 'Ndrangheta



Andrea Rizzi - EL PAÍS
San Luca es una lengua de casas de aspecto ruinoso agarradas a un monte áspero que parece querer liberarse de ellas. En medio se desenrosca una calle tortuosa que une las partes enfrentadas de un pueblo que abriga apenas 4.700 almas y los dos clanes mafiosos más violentos que Italia conozca en la actualidad. Arriba se yergue el feudo de los Nirta-Strangio; abajo, el de los Pelle-Vottari. Recorrer esa calle es una inmersión en las vísceras más profundas de la 'Ndrangheta, la poderosa y ascendente mafia de Calabria, la reina del tráfico de cocaína en Europa. San Luca es, desde siempre, la capital de la 'Ndrangheta. Ahora más que nunca. Es, en Calabria, lo que Corleone fue en Sicilia.


Por San Luca no se pasa. Hay que ir. Sólo es accesible por una carretera que procede de la costa y que se corta en la plaza de la iglesia. Más allá, nada. Montañas verdes, duras y salvajes, en cuyas gargantas se celebró durante décadas la reunión anual de la cúpula de la 'Ndrangheta. "Está judicialmente comprobado que la cumbre se ha celebrado al menos hasta hace tres años en esas montañas, en los alrededores del santuario de la Madonna de Polsi, a la que los afiliados son muy devotos", dice Nicola Gratteri, fiscal antimafia calabrese que desde hace años investiga sobre San Luca. La historia de la 'Ndrangheta -la onorata società de los andragathos, hombres valientes, en griego antiguo- corona San Luca como capital. Lo confirman la fuerza y la violencia que exhiben hoy sus clanes.
Acercarse al epicentro de una organización cuya cifra de negocios alcanza los 36.000 millones de euros anuales -según el centro de estudios Eurispes- y que trae a Europa cada año desde Colombia unas 400 toneladas de cocaína constituye un paseo visualmente explícito. Muchos investigadores consideran la 'Ndrangheta más poderosa que la Cosa Nostra, la mafia siciliana, y que la Camorra, la mafia napolitana.

Y su feudo impacta. Ya antes de llegar a San Luca, la carretera se empina y los carteles que indican el camino se yerguen agujereados a balazos. Pronto aparecen los primeros jóvenes que patrullan el pueblo en motorino. Carabinieri con metralleta bien a la vista. Mujeres de negro en cada esquina que se retraen al ver rostros desconocidos. Carretera que por fin se hace calle. Y aire definitivamente irrespirable.

jueves, noviembre 15, 2007

Etiopía Se Muere de Sed

“Primero se mueren las vacas, después las cabras y los últimos son los camellos”, me dice Ibrahim, líder de una comunidad nómada afar. “Y ahora se nos están muriendo los camellos. Nunca hemos estado tan mal”.

Minutos después lo veo junto a los hombres, mujeres y niños de su familia en una imagen desgarradora: luchan por levantar a uno de los últimos animales que le quedan con vida.
África, el continente que menos contamina, será el que se llevará la peor parte del cambio climático. Según Naciones Unidas, 300 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares en las próximas décadas al perder los medios de subsistencia. Una realidad que provocará hambrunas, enfermedades y conflictos armados. Una realidad que se hace visible en la desaparición de las nieves del Kilimanjaro, aquellas que describió con maestría Ernest Hemingway. O en el lago Chad, que se está secando, dejando sin alimentos a miles de personas que viven de la pesca.
Una situación que también se está haciendo evidente en la franja de desierto donde confluyen Eritrea, Djibuti y Etiopía. Hogar milenario de los nómadas afar, que se enfrentan a una crisis sin precedentes, ya que las lluvias llevan fallando de forma sistemática desde 1999. En este nuevo capítulo de un "Día más con vida", la primera serie documental producida para Internet, cuento justamente el viaje a esta región olvidada. Un periplo extenuante a través del desierto.
El todoterreno que naufraga una y otra vez en la arena. Los hombres armados con viejos AK47 que viajan a mi lado para protegernos de los ataques de tribus rivales, y porque hace algunas semanas varios occidentales fueron secuestrados aquí mismo. Y una compañera de excepción, por la que siento una profunda admiración, la enfermera australiana Valery Browning, que lleva veinte años viviendo entre los afar. A ella sigo en su esfuerzo por repartir ayuda humanitaria a niños, hombres y mujeres, famélicos, abandonados, enfermos de cólera.
"A esta gente, que es la que sabe vivir en armonía con su medio, en vez de escucharla, el mundo se obstina en ignorarla y condenarla a la desaparición", me dice Valery, llamada malika por los afar, que en su idioma quiere decir ángel. “Este Occidente que sólo saber usar y tirar, tiene mucho que aprender de los nómadas. Para ellos la naturaleza es como su piel”.

¿Quiénes son los afar?

Los afar son desde hace más de mil años los orgullosos habitantes de la franja de desierto que se extiende tanto en la zona oriental de Etiopía como en Eritrea y Djibuti. Pastores nómadas, comenzaron a convertirse al islam tras el primer contacto con comerciantes árabes en el siglo X. Se los distingue a simple vista por su cabello en tirabuzones y sus grandes cuchillos curvos. Su prenda principal es el "sanafil", una suerte de falda que tradicionalmente variaba de color según el sexo.

En Etiopía suman un millón y medio de personas. Hacen sus chozas, llamadas "ari", con ramas y telas, que mueven regularmente en busca de fuentes de agua para sus animales, en especial durante la temporada seca. El conjunto de chozas, núcleo de cada comunidad, recibe el nombre de "burra".

Otro rasgo peculiar de esta gente, sobre la que tan poco se ha escrito e investigado desde Occidente, son los dientes, que se afilan desde que son pequeños empleando cuchillos.

miércoles, octubre 24, 2007

Transilvania

Pues sí señores, nos vamos a Rumanía, más concretamente a la región de Transilvania.

El itinerario es Bucarest - Sibiu - Montes Cárpatos - Sighisoara - Braçov - Bucarest.

Ya contaré impresiones a la vuelta, que hoy no tengo tiempo.