Actitudes Complicadas

sábado, agosto 04, 2007

Alevosía


Comienzo a subir despacio las escaleras de un metro llamado Alevosía. Es temprano por la mañana y las luces ya se funden con suaves fluctuaciones, dualidad disfrazada de contento.

Pies que revolotean absurdos entre las sábanas, extraña aguja que atraviesa y se retuerce entre los escasos resquicios que quedan de lucidez.

Flecha que traspasa mi conciencia y arrebata lo poco que ya antes quedaba de cordura. El sentido se desdibuja y la sensación se devalúa... bien... al fin puedo dormirme.

Crujido de luces y vuelvo a las andadas... soplido de viento... continuo viento. Eterno silbido, miles de olas dulces recorren mis venas y yo sigo con los ojos pendientes, bandazos de intensos destellos. Cualquier dato es primordial, cualquier sentir es permanente.

Premeditación es mi portal y yo subo hasta el último piso. Brota mi tortura, voy deshaciéndome; encuentro tus palabras, vacías de todo intento y, dando un salto, me subo en tu regazo.

Confusión lingüística solapada bajo un halo de ridículo; lagunas de comprensión en un hueco de juego y magia paralela. Cultura de cruces que llena vacíos de esperanza; libros plenos de palabras reveladoras; sustancias moviéndose al compás de las opciones de realidad que la vida nos impone.

Masas grises avasalladas por teorías relativas que les obligan a pensar. Me voy agotando... expresiones dulces de malentendidos esperados… me voy a agotar. Religiones absortas en credos etéreos, en verdades a medias y mentiras piadosas. Me he dejado caer...

Manos que fluyen por cuerpos desconocidos; almas expectantes de bocas que poder besar. Experiencias ajenas a mentes ofuscadas y obtusas.

Y todo sigue sin tener relevancia unas horas más tarde, sigo elucubrando y la mente comienza a pedirme refuerzos. Batallones de memoria claman por nuevos sueños que añorar. Pensándolo bien, tal vez acceda, siempre vienen bien algunos reclamos de libertad de acción, algunos reclamos de voluntad de pensamiento...

Y sigo dando vueltas, y sigo descifrando, momentos de lucidez, lo veo todo claro. Hay alguien en la ventana que me pide fuego y entablamos conversación. Hablamos de soledad con la mirada y de una especie de lagarto, al parecer el más veloz del mundo.

Vuelvo a distorsionar, vuelvo a relajar los músculos y la cabeza comienza a vagar por abismos de algo eterno. Confusiones y pensamientos diametralmente opuestos. En Laponia apenas se nota el frío...

Necesito abrazos, necesito ayudas, necesito almas sinceras, necesito correr sin caerme, necesito instrucciones de vida. Y una memoria nueva por Navidad.

Dudo por un momento y enciendo un cigarro; el humo se diluye entre dicotómicos pensamientos. Y vuelvo a dar vueltas y vueltas a una sola idea, y vuelvo a liarme porque el maldito vino ha nublado mi capacidad de recuerdo.

Por fin consigo dormirme, he llegado a algo, cuatro intensas horas dándome vueltas a mí misma y he logrado saber que no sé quién diablos soy, lo importante que sé es que estoy...

... Comenzando a subir despacio las escaleras de un metro llamado Alevosía...